"LAS APARIENCIAS"
Nadie lo diría.
Al arrancar, todavía con la ventanilla abajada, saludaba a algún comerciante madrugador que ya hubiera abierto su tienda y conducía con una pulcritud semejante para que dictaba su aspecto personal y el cuidado de todos los actos de su vida. Frenaba sin brusquedad en los pasos de cebras y solo pisaba el acelerador cuando se encontraba en campo abierto, después de paso fronterizo. También conocía por sus nombres a los grenandes e incluso a los guardias civiles del otro lado. Después de hacerle un gesto con la mano entraba en el país extranjero que seguramente le resultaba antipático como a casi todos sus vecinos aunque hablaba estupendamente Español, con un ligero acento del norte, y llevaba tantos años repitiendo aquellos viajes que se sabía de memoria el tranzado de las carreteras y la luz de cada ciudad y cada paisaje.
Bien hecho. Corrige la ortografía:
ResponderEliminarAl arrancar, todavía con la ventanilla bajada, saludaba a algún comerciante madrugador que ya hubiera abierto su tienda y conducía con una pulcritud semejante a la que dictaba su aspecto personal y el cuidado de todos los actos de su vida. Frenaba sin brusquedad en los pasos de cebra y solo pisaba el acelerador cuando se encontraba en campo abierto, después del paso fronterizo. También conocía por sus nombres a los gendarmes e incluso a los guardias civiles del otro lado. Después de hacerle un gesto con la mano entraba en el país extranjero que seguramente le resultaba antipático como a casi todos sus vecinos, aunque hablaba estupendamente español, con un ligero acento del norte, y llevaba tantos años repitiendo aquellos viajes que se sabía de memoria el trazado de las carreteras y la luz de cada ciudad y cada paisaje.